sábado, 22 de agosto de 2009

tarea la ultima pregunta

Autor: Isaac Asimov
Titulo: La última pregunta, “Cuentos completos vol. I”
Editorial: Punto de lectura
Número de Páginas: 399

Resumen:

Alexander Adell y Bertram Lopov eran dos fieles servidores de Multivac.
Durante décadas, Multivac había ayudado a diseñar las naves y a trazar las trayectorias que permitían al hombre llegar a la luna, a Marte y a Venus, pero los magros recursos de la tierra no permitían que las naves llegaran más lejos. Se necesitaba demasiada energía para tan largas travesías. El 14 de Mayo del 2061 la teoría se transformó en realidad.
La energía solar se almacenaba, se convertía y se utilizaba a escala planetaria. La tierra al completo abandonó la combustión de carbón y la fisión del uranio y activó el interruptor que lo conectaba todo con una pequeña estación de un kilómetro y medio de diámetro que giraba en torno a la tierra y media distancia de la luna.
Adell estaba tan hebrio como para intentarlo y tan sobrio como para unir los símbolos y las operaciones necesarias en una pregunta que, expresada en plabras, se podía enunciar, más o menos así: ¿Podría un día la humanidad, sin el gesto neto de energía, restaurar el sol a su plena juventud aun después de que haya muerto de vejes?
O quizá, dicho con mayor simpleza: ¿Se puede reducir masivamente la cantidad neta de entropía del universo?
Multivac se quedó mudo. El lento relampagueo de luces cesó, el distante chasquido de los relés se silenció.
Y, cuando los asustados técnicos creían que ya no podrían contener al aliento, el teletipo de ese sector de Multivac resucitó de golpe. Imprimió cinco palabras.
El uniforme polvo de estrellas cedió ante el predominio de un disco brillante en el centro. Las pequeñas Jerrodettes acababan de experimentar el tránsito por el hiperespacio por primera vez en su vida y aún estaban desconcertadas por esa sensación de dentro- fuera. Contuvieron sus risas y corretearon en torno a la madre.
Jerrodd miró el bulto de metal liso que había bajo el techo. Corría a lo largo de la sala y desaparecía por la pared en ambos extremos. Era tan largo como la nave; no sabía mucho sobre esa gruesa vara de metal, excepto que era un Microbac y que se le podían hacer preguntas si se quería; y, si uno no le hacía preguntas, su tarea era guiar la nave hacia un destino pre ordenado, alimentándose de la energía de las diversas plantas.
Habrá más de un millón de personas en ese planeta. ¡Por Dios, nuestros bisnietos buscarán nuevos mundos porque X-23 estará súper poblado!
Era agradable tener un microbac propio y Jerrodd estaba contento de formar parte de su generación. En la juventud de su padre, los únicos ordenadores existentes eran máquinas de su padre. Habían ido aumentado de tamaño paulatinamente durante mil años y de pronto llegó el refinamiento. En vez de transistores hubo válvulas moleculares, de modo que incluso el mayor AC planetario se podía colocar en un espacio de sólo la mitad de volumen de una nave espacial.
Cien mil millones no es número infinito, y cada vez son menos infinitas. ¡Piénsalo!, la población se duplica cada diez años…
MQ-17J se preguntó si en algún día de su vida inmortal llegaría a ver el AC galáctico. Estaba instalado en un pequeño mundo propio, y una telaraña de haces de fuerza sostenía la materia, dentro de la cual borbotones de submesones remplazaban las antiguas y torpes válvulas moleculares. Pero a pesar de su diseño subetérico el AC galáctico abarba trescientos metros de diámetro.
La mente de Zeta prima escrutó la nueva galaxia con un débil interés en el sinfín de manojos de estrellas que le salpicaban. Los cuerpos inmortales permanecían en los planetas, en suspensión a través de los milenios en ocasiones.
Las estrellas y las galaxias murieron y se apagaron, y el espacio se ennegreció al cabo de diez billones de años de agotamiento. Individuo por individuo, el hombre se fusionó con AC y cada cuerpo físico perdió su identidad mental de un modo que no era una pérdida, sino una ganancia.
La materia y la energía habían cesado y con estrellas el espacio y el tiempo. AC existía sólo para responder a la última pregunta. La conciencia de AC abarcaba todo lo que alguna vez había sido un universo.
Y AC dijo: <<¡Hágase la luz!>>.
Y la luz se hizo.



Crítica o comentario:
Esta historia me parece muy interesante, porque habla de algo que aun no sucede y todo esa historia sobre los planetas me parece sensacional ya que te adentra más a lo que puede suceder en el futuro, esto nos da un idea a los avances tecnológicos y científicos que podemos lograr día a día, como seres humanos ya que lo tenemos todo en las manos, solo nos falta adentrarnos y buscar más de lo que nos puede servir para facilitar las cosas y ayudarnos a crear mejoras en todas la áreas de nuestras vidas.

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